“La pandemia me dejó en claro que cada músico tiene que producirse”
Franco Behrens es guitarrista, músico de El Calafate, integrante de La Kandonga y dueño de la sala de ensayo y grabación Linda Vista. En “Hoy Rock, Mañana el Mundo” habló acerca de cómo fue trabajar en el rubro en este año tan particular y brindó consejos a quienes quieren incursionar en la música.
Vanina: ¿Cómo comenzó la música en tu vida?
Franco: Yo a la música no tenía un acercamiento. Mi viejo tenía una banda de música donde se juntaban a hacer canciones evangelistas pero lo mirábamos de lejos y no se podía tocar. Antes de venirme a El Calafate estaba con una guitarra acústica sacando temas de la radio y para esa época conseguí una guitarra, que tengo hasta el día de hoy.
En 2005 vine al sur y ni bien llegué me aboque a ver qué sucedía con eso. Me fui juntando con gente que tocaba, que hacían fogones por la cosa social y para no estar solo. Ahí empecé a conocer gente, al tiempo que entré a trabajar con una papelera y uno de los integrantes era DJ. De un rato para el otro empecé a tocar la guitarra, conocí a los chicos de la murga, ahí me compré la trompeta. Una cosa llevó a la otra.
Al tiempo conocí a Mariano Escalante que me invitó a ser parte de un proyecto “Cero Frío”. Me convocaron como cantante, fue una experiencia que me nutrió mucho de esas cosas que fueron el acercamiento a los escenarios y los proyectos con las bandas, componer canciones. En simultáneo arranqué con La Kandoga.
V: ¿Si tuvieras que elegir un estilo musical que te identifique, cual sería?
F: No tengo un gusto definido con la música. Estoy contento por no haberlo decidido porque el tiempo me dejó en el lugar de “ingeniero de sonido” con lo de la sala y la verdad que me sirvió mucho no tener un palo definido para sorprenderme con las cosas que escucho. Sobre todo poder aportar a la música y a quienes quieran grabar una canción. Me gusta mucho lo divertido de la música. Trato de quedarme con esa parte, con la que te saca del estado en el que estas.
V: ¿Cuál es el recital que te generó una emoción, qué te marcó como músico?
F: Yo disfruto el escenario, no importa que esté haciendo, desde una zapada, como las que hacíamos en Don Diego que eran canciones del montón o una que sepamos todos, o pasaba un turista tocando la armónica, o en época de la Fiesta del Lago que caían los músicos de Kapanga o Abel Pintos y estaban al lado tuyo. Me considero suertudo de poder hacerlas. Todo el tiempo disfruto de hacer música.
V: El proyecto de la sala es algo que sueña todo músico. ¿Había muchas salas en El Calafate? ¿Cómo incursionaste?
F: Lo de la sala fue una necesidad personal. Si te digo que le hacía falta al pueblo y puede que tenga una cuota de realidad pero en realidad era algo que necesitaba. Todo lo que aprendo, todo lo que me motiva a hacer cosas tiene que ver con la sala. Quiero que sea algo más abierto para la gente.
V: ¿Recordás cual fue la primera banda que grabó En Linda Vista?
F: Cada proyecto que arranca es como una adrenalina nueva. Yo arranqué haciendo pruebas piloto con dos bandas de punk, una con Banca Rota y la otra es No Hilux. Por esos momentos era la necesidad de plasmar eso que veníamos investigando con el equipamiento. Queríamos empezar a producir. Hace un par de años que se sumó Juanse Robles como guitarra en La Kandonga, está muy comprometido con la música. Las etapas de los discos las disfrutamos mucho.
V: ¿Qué hay que tener en cuenta para grabar en Linda Vista?
F: No tienen que tener nada en cuenta. Uno puede aportar una visión artística o de ajuste o clásico. La pandemia me dejó en claro que cada músico tiene que producirse. Del pueblo salieron entre 4 o 6 proyectos con formatos home studio, que es con lo que arranqué. La diferencia en el audio uno la construye. Lo que mejor le puede pasar a un músico es que le dé una vuelta de rosca a lo que está haciendo y se produzca a sí mismo.